En el vertiginoso mundo actual de la creación de contenidos en línea, está surgiendo una tendencia notable: los jóvenes influencers se están convirtiendo en el centro de atención. Estas estrellas en ciernes de Internet, a menudo mejor comprendidas por los entusiastas de la Generación Z, acumulan enormes seguidores a través de atractivos vlogs y contenidos en redes sociales que llaman la atención.
Los niños influyentes pueden tener hasta seis años (por ejemplo, Elle Lively McBroom, que tiene la friolera de 4,2 millones de seguidores en Instagram). Pero el vigente campeón es Ryan Kaji, que cuenta con más de 34 millones de suscriptores en YouTube. ¿Y su secreto? Abrir cajas de juguetes y compartir aventuras de juego, ¡por supuesto!
Sin embargo, manejar la fama y la fortuna mundiales no es tarea fácil para un niño sin formación comercial. Entonces, ¿cuáles son los derechos comerciales de un niño influyente y hasta qué punto pueden prevalecer sobre la autoridad de quienes tienen la responsabilidad parental sobre ellos?
El negocio de los niños influyentes
Sorprendentemente, estas jóvenes estrellas tienen un peso comercial significativo, rivalizando con pequeñas y medianas empresas en términos de ingresos y valor. Algunos padres se lanzan de cabeza a este viaje, asumiendo funciones casi directivas, supervisando cuentas en redes sociales, negociando contratos y produciendo contenidos, todo ello mientras su hijo sigue construyendo y vendiendo su marca.
Niños influyentes y contratos comerciales
Los niños influyentes prosperan sobre todo gracias a acuerdos de patrocinio con grandes marcas como Nickelodeon y Mattel (Ryan Kaji es un brillante ejemplo). El pago suele ir a parar a una cuenta designada a nombre del niño o en manos de sus padres para que la gestionen en fideicomiso.
Desde el punto de vista jurídico, ¿puede un niño influencer estar vinculado por contratos en virtud del Derecho inglés? Desglosémoslo:
– Contratos de bienes de primera necesidad: Piensa en comida, bebida, ropa, alojamiento y medicinas, etc;
– Contratos beneficiosos: Abarcan el aprendizaje, la educación y diversos servicios.
Si un contrato no entra en ninguna de las dos categorías, el menor puede tener la opción de anularlo. Eso no quiere decir, sin embargo, que la otra parte adulta no siga siendo contractualmente responsable. Los contratos también pueden ejecutarse si aportan un beneficio claro al menor, especialmente en términos de ganancia económica sustancial. Estos tipos de contratos son similares a los de los actores infantiles, aunque pueden ser objeto de cierto escrutinio público.
Plataformas y sus cuentas
Debido a las restricciones de edad establecidas por las leyes de protección de datos, un niño influyente normalmente no puede ser propietario oficial de su cuenta en las redes sociales (como se indica en los términos y condiciones). Esta medida pretende proteger a los usuarios menores de edad y a las propias plataformas. Así, el consentimiento de los padres es clave para crear y gestionar el perfil, y los ingresos suelen pertenecer al titular de la cuenta, sin perjuicio de las obligaciones legales con terceros.
Navegar por la propiedad intelectual
Aunque no hay ninguna restricción de edad para crear propiedad intelectual, es poco probable que los niños influyentes posean derechos de autor sobre su propio trabajo, aunque en determinadas circunstancias el influyente puede tener derechos de propiedad intelectual en forma de Derechos de ejecución (s180(2) Ley de Propiedad Intelectual, Diseños y Patentes), pero eso es para otro artículo. Normalmente son los padres que filman o producen el contenido quienes poseen los derechos, incluso en los casos en que se recurre a una productora externa.
El poder de la estructuración empresarial
Para los padres de los influencers, el uso de estructuras corporativas es una medida inteligente para mitigar los riesgos legales y garantizar la eficiencia fiscal. La empresa, y no el individuo, asume el liderazgo en los contratos con los patrocinadores, y los ingresos se canalizan hacia la empresa, que luego puede pagar dividendos. Aunque no hay restricción de edad para poseer acciones, sí la hay para ser director de la empresa, por lo que los padres suelen asumir este papel mientras que el hijo es nombrado accionista.
Dinámicas familiares
En cualquier familia surgen desacuerdos. Pero ¿qué ocurre cuando esos desacuerdos giran en torno a un hijo influyente, que tiene las llaves de los ingresos y la reputación de su familia? La carrera profesional del niño debe equilibrarse con los derechos de los padres, conocidos como Responsabilidad parental (PR), descrita en Artículo 3(1) de la Ley del Menor de 1989.
Estos derechos incluyen la determinación de la educación, las decisiones médicas, los cambios de nombre, el acceso a los registros, el consentimiento para viajar, la representación legal y la educación religiosa. Las relaciones públicas se extienden a los bienes del menor, lo que puede afectar a su papel como persona influyente.
En caso de que las relaciones entre un niño influyente y sus padres se deterioren, el floreciente negocio del niño puede verse abocado al fracaso. Véase "Los padres influyentes y los niños que convirtieron su infancia en contenido".
Surgen dos cuestiones críticas: en primer lugar, ¿qué ocurre si ambos progenitores no se ponen de acuerdo sobre el papel del niño influyente? En segundo lugar, ¿qué derechos tienen los padres sobre la parte comercial, en lo que respecta a las finanzas, la exposición y la privacidad? Pensemos en Harry, un niño de 12 años con más de 500.000 seguidores. Sus padres tienen opiniones diametralmente opuestas sobre su condición de influencer. Mientras que ella lo apoya, a su padre le preocupa su impacto en la educación y el futuro de Harry.
Esta decisión entra de lleno en el ámbito de las relaciones públicas y puede influir profundamente en la vida de Harry. En caso de que los padres no se pongan de acuerdo, uno de ellos puede solicitar al tribunal de familia que intervenga como parte objetiva y decida en interés del niño. Para tomar una decisión, el tribunal tendrá en cuenta varios factores, como la edad, los compromisos de tiempo y la salvaguardia de los derechos profesionales del menor antes de que alcance la edad de consentimiento.
Informes recientes ponen de relieve una laguna normativa en la legislación británica sobre trabajo infantil, que deja a los niños influenciadores sin la protección adecuada. Algunos se han convertido en la principal fuente de ingresos de sus familias, pero carecen de la misma protección que los animadores infantiles.
Aunque en la actualidad la jurisprudencia al respecto es limitada, es probable que el auge de los niños influyentes dé lugar a toda una caja de Pandora legal, por lo que merece la pena seguir de cerca este ámbito.
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